Durante los diez primeros años del siglo XIX aparecieron los primeros vehículos. Desde los comienzos ha evolucionado el proceso de pintura para intentar obtener un proceso más respetuoso con el medio ambiente, de forma que al principio se utilizaban productos naturales y actualmente polímeros de alta tecnología.

En las primeras décadas del siglo XX, el proceso de pintura se basó en la misma técnica y que se utilizaban para la madera en ese momento, la limitación que tenían era que solo producían color negro, aunque con un buen resultado. Según Henry Ford decía: »Siempre que quiera que sea negro, el cliente puede configurar el color de su coche con el color que desee»; La aplicación de estos líquidos es engorrosa y requería mucho tiempo de secado, lo que creaba un cuello de botella en el proceso.

La aplicación de los barnices se remonta a los carruajes de caballos donde, en sus inicios, se usaban grasas animales. Posteriormente, se utilizaban las ceras y los aceites para ayudar a sellar el recubrimiento de las piezas de madera, donde se colaba el agua y no se veía. De tal forma permitía que la pieza permaneciese seca. Como consecuencia del uso de ceras quedaba un brillo en la pieza que hasta entonces desconocían y les gustó el resultado. No obstante, se tenía que replicarle frecuentemente ya que sus propiedades protectoras se perdían con el tiempo. Toda esta “tecnología” era aplicada a los primeros coches de la época que iban sustituyendo a los carruajes y que montaban marcos de maderas con capas similares.

Más adelante la industria de la automoción va evolucionando y realizando automóviles de más calidad, introduciendo la carrocería metálica, generalmente de tipo ferroso, la cual debía estar recubierta para evitar su deterioro, y a pesar de que al principio algunas partes eran galvanizadas pronto se dieron cuenta de la doble función que tiene la pintura, aparte de pintar y decorar, protege la pieza, todo al mismo tiempo. El hecho de que no existiesen productos que fueran de fácil aplicación, que durasen en el tiempo y que además su secado fuese rápido, hizo que la eficiencia de la producción fuese muy poca. En 1923, E. I. DuPont de Nemours desarrolla los sistemas de laca basadas en nitrocelulosa, la cual ofrece una gran cantidad de colores y su aplicación es muy sencilla, por medio de pistolas, uno de los grandes avances del momento. Sin embargo, la consecución de las propiedades deseadas no era tan sencilla ya que necesitamos aplicar entre 3 y 4 capas para obtenerlas, además de no ser resistente a disolventes químicos.

Las pinturas basadas en nitrocelulosa supusieron un gran avance para el proceso de aplicación ya que pasó a ser pulverizada, lo que conllevaba un tiempo de secado más corto. La química a los pocos años trajo los esmaltes alquídicos, concretamente a lo largo de la década de 1930. Estos eran derivados de la glicerina que se procesaba a partir de grasas animales y vegetales. A partir de la creación de los esmaltes alquídicos, se crea la primera etapa donde podemos reconocer como el proceso moderno de pintado en la industria de automoción. Dichos esmaltes ofrecían una cantidad de colores aceptable y un brillo de buena calidad para la época, mejorando la aplicación y la rapidez en el secado. Tras la Guerra Mundial, la tecnología se desarrolló de forma sorprendente y la química por tanto no iba a ser menos. Se desarrolló el OEM (original equipment manufacturer) y el repintado industrial ofreciendo un tiempo de secado muy rápido en comparación a los inicios, lo que hizo que el proceso de pintura dejase de ser el problemático cuello de botella que era, haciendo que la productividad de las líneas mejorara notablemente.

A partir de 1957, hubo una gran demanda de automóviles. En aquel momento la laca acrílica fue cogiendo protagonismo, por sus colores metálicos y brillos diferentes. Los esmaltes superaron a los barnices eliminando el pulido necesario que se necesitaba una vez secado para obtener un alto brillo, además de mejorar la resistencia a los rayos ultravioletas. La mejora de los métodos de aplicación y el aumento de la durabilidad en el aspecto hizo que los usuarios se beneficiaran. Alrededor de los años setenta se introdujo el uso de catalizadores los cuales aumentaban el rendimiento hasta un 50% más, mejorando los acabados y realizando un proceso muy parecido al actual de “capa base y capa transparente”.

El sistema de pintura de capa final se dividió en una capa base de esmalte pigmentado, seguido de un acabado de esmalte trasparente, La clave de esa tecnología fue el desarrollo de una capa trasparente de materiales con durabilidad superior para todos los climas. Este
sistema en sus inicios era prohibitivo y como es de suponer se utilizaba en algunos constructores de gama alta. A lo largo de la década de 1980, este sistema se ha popularizado y ahora se ha convertido en el sistema más común en el proceso de pintura.

Los beneficios de este sistema de dos niveles son muchos. El brillo ha aumentado, lo que no se compara con ningún otro sistema de pintura. También permite que se agreguen absorbentes de UV a la pintura para proteger las imprimaciones y los pigmentos de la oxidación.

Actualmente se intenta buscar la sinergia entre calidad, el control de los costes y la sostenibilidad.